sábado, 13 de diciembre de 2008

RÉQUIEM

Echada en mi cama
tú sufres mi amada,
echada sin una sonrisa,
triste y pálida; marchita.

Trato de hacer el mejor poema
sólo para que tu vida se encienda,
pero tengo el alma un desierto
y tengo el corazón desecho.

Ya no percibo tus latidos
que fueron eco de los míos,
ya casi no estás presente,
ya tu ser no me protege.

Tus ojos están cansados,
están muy frías tus manos,...
y me pides que te ponga fin,
me pides que te deje morir.

Y no puedo un grito lanzar,
no puedo romper a llorar,
porque yo también muero
junto a ti en este lecho.