Un eco de mis palabras
son los “te quiero” rebotantes
en las paredes
y estas paredes frías
me dan ganas de abrigarme
con tu piel desnuda.
Siento que nada es lo mismo
sin poder contemplarte,
presiento a veces que te necesito
en la magnitud de mi soledad.
Y este cielo que coloro
de un rosado melancólico,
y esta condena
de no tenerte cerca
más que en lo abstracto del mutismo.